Málaga. 1998
Transformar un edificio doméstico en oficinas municipales, en conjunto de espacios de uso público, tiene que exceder los límites de la adaptación o la rehabilitación. Es necesario alterar, modificar, sustituir. Situarse frente al patrimonio para tomar una decisión. ¿Dónde reside el patrimonio a respetar? Tal vez en lo inmediatamente visible, la fachada histórica, que la ciudadanía identifica y recuerda, o en los esgrafiados que dan valor añadido a los primeros muros… Pero tal vez también en lo que no se ve o sólo se rememora vagamente, en un cierto espíritu del lugar del que hablan los nombres de las calles, los planos de la ciudad o los textos de los estudiosos. La casa del Obispo se abría a sus huertas. El Perchel se esponjaba con espacios libres de cultivo hasta que comezó su progresiva densificación en el siglo XIX. Ahora, los poderes públicos emprenden el camino de vuelta. Proponen sanear, aligerando, introduciendo espacios libres arbolados, vacíos de uso colectivo. Dentro de nuestra doble parcela, la casa de la calle Huerta del Obispo procede de la compactación de la zona en el siglo pasado. Nuestra propuesta se basa en vaciarla de nuevo para recuperar un espacio abierto, de uso público, junto a la antigua casa del Obispo. Un atrio interior ajardinado, incorporado al uso de oficinas municipales, que al mismo tiempo se relacione con la plaza de nueva creación que habrá frente a su esquina. Por otra parte, el espacio del futuro edificio administrativo se ve a nuestro juicio excesivamente condicionado si se respeta una estructura de patios domésticos. Proponemos que no sea el orden de los patios el que genere la transformación del edificio sino un orden que nos parece más cercano al germen del edificio del siglo XVIII. Este es el de los muros paralelos a la fachada. Así, de igual forma que se agrupa completamente el espacio libre posible en el atrio, la superficie para oficinas se compacta en una pieza única generada por esta «copia» sucesiva de los muros de las primeras crujías, las que se conservan. Los «muros» nuevos nos son de fábrica. Está huecos; son extensos armarios de madera noble. Albergará n, empaquetados, los espacios de archivo cercano, las conducciones y las tomas de las instalaciones. El resto del espacio de la oficina puede ser completamente transparente. Los muros-armario guían la vista hacia el atrio y, a través de él, hacia la calle y la plaza. Con todo ello, las superficies del edificio se agrupan en tres áreas principales: 1- El atrio público de gran escala, arbolado. El jardín del Obispo en una urna. Abierto en diagonal a la nueva plaza y a la calle Huerta del Obispo. Transición entre éstos y las oficinas. En él se ubican todas las funciones que requieren atención al público, zona de espera de éste y espacio expositivo. Las promociones municipales y sus maquetas se muestran a la calle y a la plaza como si del escaparate de una empresa inmobiliaria se tratase. Cubierto por gruesas bandejas traslúcidas al nivel del forjado de segunda planta, separadas por grietas transparantes. Al modo de lonas tensas. Protegidas sus fachadas de vidrio con paños de lamas de madera. 2- Tres plantas de oficinas organizadas de forma sencilla. Bandejas rectangulares diáfanas y segmentadas por los muros-armario que las ponen en funcionamiento. El acceso se produce por galerías en la cara opuesta a la del atrio. A lo largo de los armarios la vista no queda interrumpida. Perpendicularmente a ellos las particiones son transparentes. La vista puede registrar todo la anchura del solar desde las torres al atrio.