Pizarra (Málaga). 2004
Entendemos la arquitectura como la respuesta adecuada a unas demandas sociales básicas generadas por todo aquello que configura el hábitat humano, y un Ayuntamiento supone la oportunidad para desarrollar un trabajo intelectual que se materializa en un espacio para preservar los valores democráticos, la transparencia y la cercanía al ciudadano.
Si el resultado de este trabajo resuelve la adecuación funcional, viabilidad técnica, racionalidad constructiva y tipológica, en definitiva, su calidad arquitectónica, habremos conseguido su aportación a la sociedad.
Como en una “ágora” griega, el edificio descansa sobre un “estilóbato” que resuelve la ligera pendiente de la Plaza de la Cultura, un basamento que realza su papel institucional.
Un edificio-cofre que aumenta la separación respecto de la Casa de la Cultura para que las circulaciones y entrada de luz a su alrededor resulten más generosas, abierto con un gran porche de entrada sobre la gran rampa-alfombra de entrada que acerca y cobija al ciudadano invitándolo a la participación, y un balcón de protocolo que entendemos como ventana abierta a la comunicación.